domingo, noviembre 21, 2004

Píldora de Cioran

Ando medio depre y tomé la recomendación de Khandika.
Preocuparse por Venezuela y rasgarse las vestiduras desde Bangladesh está como que causando estragos en mí. Hoy me fui en lágrimas cuando unos carricitos le cayeron a pedradas a un cachorro. Y el pobre animal chillando sin entender nada y todavía moviendo la colita acercándoseles. ¿Cuál es que es la canción que pregunta adónde se fue el amor? O como que hay muchas con el mismo tema. En fin.

Pero la red (gracias Señor -si es que estás ahí- por la de cada día) me suple a veces de las píldoras regeneradoras del espíritu. Y así a falta de los cioranes dejados en Caracas encuentro entre varias esta píldora que me hace sentir mejor y que me viene al caso pero por otras razones.

Un fragmento de una entrevista realizada en París en 1983, por Hans-Jürgen Heinrichs. Publicada en el número 373 de la revista francesa «Le Magazine Littéraire». Cuya traducción está aquí, y la cual si no me equivoco leí en Conversaciones con Cioran deTusquets.

[A partir de aquí dieta de periódico por unos días]

Las contradicciones - Emile Cioran

Siempre he vivido en medio de contradicciones y nunca he sufrido, Si hubiera sido un sistemático, tendría que haber mentido para encontrar una solución. Ahora bien, no sólo acepté ese carácter insoluble de las cosas, sino que incluso encontré en ello cierta voluptuosidad, la voluptuosidad de lo insoluble. Nunca busqué reunir o, como dicen los franceses, conciliar lo irreconciliable. Siempre tomé las contradicciones como venían, tanto en mi vida privada como en teoría. Nunca tuve una meta, nunca busqué ningún resultado. Creo que no puede haberlos, ni en general ni en lo personal. Todo es no sin sentido —la palabra me disgusta un poco— sino sin necesidad [...]

Normalmente, de haber sido enteramente consecuente conmigo mismo, no hubiera debido hacer nada en absoluto. Al hacer algo, de alguna forma me contradije, viví en la contradicción.

Pero, toda vida, creo, está, en el fondo, condenada a la contradicción. Quisiera contar algo un tanto idiota: uno va a un cementerio —es un hecho banal— y se entera por una lápida que un amigo, con quien había estado riendo unos días antes, ha desaparecido sin dejar rastro, ¿cómo se puede, después de eso, construir un sistema? ¡Para mí es inconcebible! Uno de mis conocidos, a quien yo quería mucho, un judío polaco, un hombre muy interesante y simpático, con quien yo había bromeado acerca de todo —él era mucho más nihilista que yo— pero... ante su tumba, para mí era, ¿cómo decirlo...?

Es banal, todo el mundo ha experimentado esa sensación... Pero cuando traducimos eso en filosofía, ¿cuál es la conclusión? La conclusión es ésta: incluso el nihilismo es un dogma. Todo es ridículo, sin sustancia, pura ficción. Es por eso que no soy un nihilista, porque la nada es aún un programa. En la base, nada es importante. Todo existe sólo en la superficie, todo es posible, todo es un drama.

Existe, claro, el amor —y con frecuencia me he preguntado: cuando uno ya adivinó todo y todo ha penetrado con la mirada ¿cómo se puede uno prendar de algo? Sin embargo, sucede [...] Es incluso lo más verdadero e interesante en la vida. Quisiera terminar esta reflexión con un toque de optimismo: la vida es realmente interesante y atractiva porque, por encima de todo, no tiene ningún sentido. Y, para hablar de eso, doy siempre un ejemplo: se puede dudar absolutamente de todo, afirmarse como nihilista, y sin embargo enamorarse como el mayor idiota. Esa imposibilidad teórica de la pasión, pero que la vida real no cesa de hacer palpable en nosotros, hace que la vida tenga un encanto verdadero, irrefutable, irresistible. Uno sufre, se ríe de ese sufrimiento, hace lo que quiere, pero esa contradicción fundamental es tal vez lo que hace que la vida valga aún la pena de ser vivida...

1 Comentarios:

At 12:31 a.m., Blogger enigmas PRESS / Gandica said...

Un post pulverizador de lo simbólico.
(uuummm, que bien, gracias por ese link...un cordial saludo)

 

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