lunes, octubre 25, 2004

La palabra del día por Ricardo Waale.

A los pintores les debe suceder: fascinarse con los colores sobre sus paletas... A los músicos con las voces de la escala musical...Y a nosotros nos sucede igual, pero con las palabras.

Hoy, por ejemplo, libélula. Todo el día, libélula.

Li-bé-lu-la. Libé... lula. LI-BÉ-LU-LA. Liiiiiii... béééééé...luuuuu... laaaa... Libélula.

Una palabra que gusta; que me gusta. Sólo por la palabra, porque en el fondo no sé qué cosa realmente es una libélula. A veces me sucede con el abecedario, y es entonces cuando me rebelo contra la ortografía. Hay tiempos en que puede gustarme una letra en particular -la "K" por ejemplo-, y entonces, a sabiendas de lo que es una caraota prefiero escribir karaota, o poner en el renglón lugar de nacimiento de los formularios Karacas. Cosas a sí muy simples y sencillas de comprender, pero siempre malinterpretadas como una extravagancia o un signo de provocación. Naya miá lellano a la beldá.

Entonces, libélula. Bueno, tengo una idea: pienso que es un bicho. También la asocio con helicóptero o con una lágrima de agua. Conclusión: una libélula ha de ser un insecto que puede detenerse a llorar agua en un mismo punto en el aire.

Como soy muy precavido -y aunque parezca increíble, no todos pensamos igual- busco a veces en el diccionario para ver qué se piensa sobre una palabra "X". A veces es muy triste porque uno cae en cuenta de que se está, como quién dice, meando fuera del perol; o que uno mea, acaso, en un perol muy distinto.

Veamos: libélula. f. Insecto de cuatro alas membranosas, que vuela rápidamente cerca de las aguas, llamado vulgarmente caballito del diablo.

Casi, pero de helicóptero nada, más bien un jumbo con cuatro alas. Luego, no llora agua sino que vuela sobre ella. Bonito eso de que también la llamen caballito del diablo.

Cosas así suceden con las palabras, todo un mundo, un mundo de letras que afecta nuestro personal universo mental. Una fantasía más, sin duda: la vida es un juego y el mundo su juguete. La única regla es saber jugar, no vaya a ser que por zoquetes nos lleve el diablo... en su libélula.

Texto extraído del libro Memorias en la Laguna de Ricardo Waale.
Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas, 2003.